Sangre verde en los portones

A partir del pasado 7 de abril los estudiantes salieron directamente de la asamblea en la universidad hacia los portones de la misma. Allí se dieron la tarea de desarrollar y poner en práctica sus dones en el arte para crear sus pancartas para colocarlas en cada portón del Recinto, ¿pero acaso eso es lo único que se ha creado en los portones? A través de los días los estudiantes van llegando a los portones para ayudar, donar o ambas, formando así grupos de personas en cada portón. La huelga no ha sido una excusa para parar de conocer a otras personas y sobre todo no ha sido una excusa para crear nuevas amistades. A solo días los estudiantes de los portones han creado entre los mismos lazos de amistad con personas que jamás habían visto en el Recinto ya sea por su programa de estudio, horario de clases o por el simple hecho de que uno como estudiante del Colegio no es capaz de interaccionar con los 12,618 estudiantes que actualmente estudian en la universidad con 315 acres de campus. Han hecho de sí un gran grupo que se ayuda uno al otro ya sea para proveer alimento, seguridad y satisfacer todas las necesidades de cada persona en los portones. Se puede decir que cada día que estos pasan en los portones es un día en donde mínimo conocen a cinco personas que jamás habían visto por el Recinto. No solo se han unido para crear barricadas y pancartas ni tampoco solo para montar carpas o casetas. Se han unido para cuidarse y mantenerse al tanto de todo lo que sucede en cada portón porque para ser honestos todos sabemos las situaciones que pasan en las calles de nuestro país. No es un cuento que no hayan escuchado

Los Colegiales no solo se han caracterizado por sus logros académicos u otros. No se puede negar que este gran grupo de estudiantes también se ha caracterizado por su simpatía y por tener una gran habilidad de crear en el Recinto un ambiente en donde las sonrisas, la empatía y las buenas personas abundan. Y si no lo creen, véalo con sus propios ojos. Los invito a darse la tarea de detenerse un día en los portones del Recinto y vivan la experiencia por sí mismos. Verán como las personas interaccionan unas con las otras atrás de las grandes barricadas y también verán cómo un Colegial se ofrecerá a ayudarlos sin pensarlo dos veces hasta por la más pequeña necesidad que tengan. Este comportamiento no es inculcado en otros y se puede decir que es natural al momento en que ingresas a la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez como si la sangre verde Colegial corriera por sus venas realmente y los Colegiales fueran una misma familia, sin importar si la persona es de nuevo ingreso o traslado de alguna otra universidad. Simplemente es el efecto Colegial.